Con once publicaciones en el mercado literario y una recién salida del horno, Viviana Rivero se encuentra en la plenitud de su carrera. Tras un camino que no estuvo falto de obstáculos, la hoy best seller cordobesa dijo “presente” en la Feria del Libro del Instituto Educativo Nuevo Milenio para compartir anécdotas, repasar su historia y adelantar nuevos proyectos.

“Escribir me gusta tanto como irme de vacaciones”, reveló Viviana Rivero en su paso por El Milenio, dejando entrever esa pasión que se refleja en cada una de sus obras. Nacida el 1 de febrero de 1966, la literatura ha sido parte de su vida desde la infancia, gracias en gran medida a su padre, el escritor Pedro Adrián Rivero. Sin embargo, forjar su propio camino dentro de las letras no fue sencillo.
La presión de una madre que, al ver las dificultades económicas de su marido, se negó a aceptar a otro literato bajo su techo, llevó a Viviana a estudiar abogacía, sin saber qué le depararía el destino años más tarde. “Ni mis hermanos ni yo nos animábamos a seguir carreras relacionadas con la literatura, pero las vocaciones nos persiguen y nos atrapan, las traemos grabadas en el ADN, ocultas, latentes; hasta que, en algún momento de nuestras vidas, salen”, contó.
Y así fue. Aunque se recibió y trabajó en tribunales durante casi diez años, un día sus hijos comenzaron la escuela y, de repente, se encontró con algunas horas libres que no sabía cómo llenar. Así que comenzó a escribir, dando rienda suelta a aquel instinto que llevaba tanto tiempo dentro. “Secreto bien guardado” fue la primera obra que la catapultó a la fama y desde entonces, cada año, un nuevo libro deleitó a sus seguidores.
Hoy es reconocida no sólo en su Córdoba natal, sino a nivel nacional e internacional. La mañana primaveral que visitó las instalaciones del Instituto Educativo Nuevo Milenio, amaneció con una nominación al Premio Planeta 2019, que reúne a los autores más reconocidos de la lengua española.
Aquella niña que amaba leer y ansiaba escribir, la mujer que había llevado sus hojas a las grandes editoriales de Buenos Aires y obtuvo un “no tenemos tiempo para leer eso” como respuesta, se encontraba entre los diez finalistas de un premio europeo “que rara vez tiene en cuenta a los latinoamericanos”, como ella misma dijo. Aunque finalmente no obtuvo el anhelado galardón, el “Músico del metro”, título que presentó al concurso, ya es esperado con ansias por sus fanáticos.

A partir de los reconocimientos que recibió “Mujer y maestra”, su segunda novela, Viviana decidió dejar la abogacía y dedicarse de lleno a la escritura.
El Milenio: ¿Por qué elegiste la novela histórica como género y qué lugar ocupa el romance en tus libros?
Viviana Rivero: Yo elijo este tipo de novelas porque cuando estudiaba abogacía me encantaba historia y filosofía, dos materias que no les suelen gustar a los estudiantes de ninguna carrera. Mis libros siempre tienen un relato de amor, pero el amor metido en una historia de vida, porque me gusta hablar de ese sentimiento en todas sus dimensiones: entre dos personas, a la tierra, al lugar donde uno vive, a los hijos, a las vocaciones, a la familia, etc.
EM: ¿Cuál es tu criterio a la hora de escoger los períodos históricos que abarcarán tus novelas?
VR: No tengo un criterio, me dejo guiar por la intuición. Pienso ¿de qué me gustaría hablar?, por ejemplo, la libertad, entonces me pongo a investigar una época que podría ser interesante en ese sentido y así elegí la Revolución Cubana para situar “Los colores de la felicidad”.
En otro momento, quise hablar de alguna gran industria argentina, que haya crecido y nos haya hecho madurar como país. Investigué y vi que el vino fue algo muy respetado, así surgió “Y ellos se fueron”. En definitiva, elijo la época en función del tema que quiero tratar.
EM: ¿Cuál fue el período que más disfrutaste investigar y relatar?
VR: La Segunda Guerra Mundial. Disfruté escribir sobre esa época y me gustaría volver a hacerlo, me parece muy interesante. Las personas vivían como si fuera el último día, se levantaban y no sabían si a la mañana siguiente iban a seguir en pie. Eso lo vuelve muy interesante, porque hacían cosas muy valientes, fuertes, vivían de una manera muy intensa.
EM: ¿Cómo es el proceso de escritura para vos?
VR: En general, siempre tengo primero en mi cabeza el alma del libro, es decir, el tema sobre el que quiero escribir. Por ejemplo, en “Secreto bien guardado”, quería hablar sobre la posibilidad de convivencia entre dos personas a quienes les han enseñado a odiarse, si en un lugar donde no hubiera prejuicios, podrían llegar a entenderse o no.
Por otro lado, mis libros son históricos, así que tengo que investigar mucho. A veces, para escribir una novela, leo entre 12 o 15 libros antes. Trato que la historia sea verosímil, adecuando la ficción al marco histórico, nunca al revés. Se requiere inspiración y transpiración a la hora de escribir.
EM: ¿Cómo salís cuando tenés un bloqueo?
VR: No es algo que me suela pasar, porque paso mucho tiempo pensando antes de escribir. A veces me tomo hasta dos meses. Entonces, cuando me siento en la computadora, ya estoy preparada, ya sé en qué época estoy, cómo son mis personajes, qué hacen cuando están nerviosos, qué los enoja, cómo son físicamente, cómo caminan, qué ropa usan, etc. Yo escribo desde las siete de la mañana hasta las siete de la tarde. Paro de escribir y sigo pensando. Nunca tengo la hoja en blanco, siempre hay ideas.
“Secreto bien guardado” se agotó a los quince días de salir a las calles, contó Viviana en diálogo con Radio El Milenio.
EM: A partir de tu investigación, ¿qué diferencias notás entre la figura de la mujer antes y ahora?
VR: Al escribir novela histórica me resulta muy tentador mirar hacia atrás y hablar de las pioneras. De 100 mujeres, capaz que 98 seguían las normas sociales, pero había dos que no. Esas son las mujeres fuertes que se animaron a hacer algo distinto. Siempre hubo una primera mujer que operó en un quirófano o que se paró al frente de un aula. Esas son las cosas que trato de contar. Hemos hecho un largo camino, aunque todavía nos falta mucho, por ejemplo, con la brecha salarial que aún persiste en la actualidad.
EM: ¿Y cómo ves el lugar de la mujer en la literatura argentina?
VR: Creo que se ha ganado un gran espacio, son muy respetadas y son las que más venden. Se habla mucho de las escritoras cordobesas, hay varias mujeres en nuestra provincia con títulos universitarios que no tienen que ver con la literatura, que han comenzado a escribir y son best seller, es todo un fenómeno.
Quizás es porque nuestros libros van por delante. Una persona lee, le gusta y muchas veces no sabe si quien lo escribió es mujer u hombre. El libro abre puertas. La mujer es respetada, porque tiene un material que es respetado. Es el libro el que nos defiende y, aunque te quieran cerrar las puertas, te las abre.
“El libro abre puertas. La mujer es respetada, porque tiene un material que es respetado. Son nuestras obras las que nos defienden y, aunque te quieran cerrar las puertas, te las abre”
EM: ¿Cuál es la obra de la que te sentís más orgullosa?
VR: Yo siempre digo que los libros son como los hijos: al primero lo queremos porque nos hizo mamá (o escritora), al más chiquito porque es el último y hay que ayudarlo a crecer, y al del medio porque pobre, es el del medio y nadie le lleva el apunte.
Pero si tuviera que elegir, el libro que mandé para el Premio Planeta, es uno en el que me esmeré mucho, tiene 900 páginas y bastante historia encima. “El músico del metro” trata la Guerra Civil Española y para esa investigación llené una pared entera de afiches, cuadritos y fechas. La historia de fondo es la de un nieto y su abuela, toqué temas muy profundos y estoy orgullosa del resultado.

“Las vocaciones nos persiguen y nos atrapan. Las traemos grabadas en el ADN y siempre, en algún momento de nuestras vidas, salen a la luz”
Pasadas casi dos horas de su estadía en el IENM, la escritora de novelas históricas y realismo romántico, no dudó en sacarse fotos y firmar ejemplares con los estudiantes y docentes que siguen su obra. Mientras tanto, la mesa repleta de libros que aguardaba al fondo del salón se inundó de jóvenes interesados por descubrir las historias de la autora. Finalmente, con una sonrisa y un agradecimiento, la Viviana Rivero cerró uno de los capítulos más convocantes de la decimotercera edición de la Feria del Libro.

“Aprendí a escribir leyendo y nunca pensé que ese hobby iba a ser mi medio de vida. Lo que era un entretenimiento, hoy es mi trabajo. Yo me considero una privilegiada por poder vivir de la escritura”