En un nuevo aniversario de la Guerra de Malvinas y en contraposición la actualidad, compartimos una reflexión a cargo de la Lic. Natalia Boffelli, Coordinadora del Servicio de Orientación Psicopedagógica Psicológica de la Fundación Josefina Valli de Risso.
Un día muy especial, mis queridas Malvinas, mis queridos argentinos, en la lejanía hoy vuelvo a conectarme con un mensaje que me hizo pensar, me emocionó. Vino desde muy lejos, hablándome de lo que nos pasa.
Lejos del comparar las situaciones, si las acerco en la visión de la soledad que uno hace su amiga, en el dolor de muchos, en la pelea contra un extraño, que nos ha llevado a retroceder, detenernos, volver a considerar el valor de la vida, de la tierra, el valor que tienes vos, que tengo yo…
La necesidad de los abrazos, los besos, los mates, las reuniones de amigos, la rutina… Hermosa rutina de trabajo, las miradas cargadas de amor y de emociones que nos damos, que entregamos al otro con los más puros sentimientos, que hoy hacemos llegar a los hogares de nuestros estudiantes de 3 a 18 años, para que sepan que estamos, que los esperamos, que los mantendremos en pie.

Soledad que en vez de que el silencio de las bombas, hace que el silencio nos haga sentir esa necesidad profunda de decir lo que sentimos, de tomar el toro por las astas y ponerle energía aún con incertidumbre de lo que sucederá, esa fuerza que solo sale del corazón, que hoy cuida a la mente para que este en calma y siga. También los bolsillos, que temen no tener para el pan del día siguiente, pero que encuentra estrategias para salir adelante, nos hemos puesto la bomba solos, estoy segura que así es.
Pero tenemos la forma de detenernos, quedándonos en casa y cuidando de los nuestros, exigiendo a nuestros gobernantes que tomen las decisiones con firmeza pensando en el bien de todos.
Quiero y deseo volver a ver las plazas llenas de niños, las calles llenas de peatones y transportes diversos, el almacén de la esquina con vecinos que hacen cola, el bar pequeño y grande donde la gente se reúne, los cines con colas comprando pochoclo, la libertad que tanto menospreciamos y a veces ni nos detenemos a disfrutarla, hoy la extrañamos.

Para tenerla debemos crecer en valores, cuidarnos y cuidar al otro, aguantar, resistir, canalizar y hablar de nuestras emociones, y, sobre todo hablar y expresar a los que queremos que los queremos.
Es hora de que demos un vuelco humano, muy grande. Errores tendremos, pero la meta debe ser otra y es la solidaridad de los pueblos, la no discriminación de quien se enferma sino acercarle a la puerta lo que necesita, de ayudar, de darnos una mano, de no quejarse sino buscar soluciones, de respetar las normas que nos hagan bien a todos que para eso están, de valorar los oficios y profesiones que hoy están al frente de la pelea y que acompañaremos portándonos bien y manteniéndonos en casa.
“Hay más miedos como el mío en la ciudad” dice la canción de Alejandro Lerner, pero también valora “somos muchos los unidos por la soledad”.
Y seremos esos muchos, quienes nos uniremos cuidando de los nuestros, y los nuestros de los suyos, hasta ser la humanidad, cuidando de nuestros queridos héroes que no tiene capa y espada, ni misiles, solo manos, corazón y servicio para luchar contra este bicho con corona, que no sabe que el reino no lo va a tener él sino el que tenga corazón, responsabilidad y amor por sí y por el otro.
Humanos, seamos fuertes, amemos la vida, luchemos por ella con herramientas simples, con cuidados permanentes, demos lugar a que se vaya, soportemos, no bajen los brazos.

Aplaudan a las 21:00 hs, pongan el himno, emociónense, pero cumplan con lo que se pide, por vos, por mí, por todos, por esos argentinos que vivieron la guerra en nuestras Malvinas, sabemos lo que es, no tengamos miedo, solo nos cuidemos.
Hagamos del mundo un cambio. Sé que podemos, será el legado más grande del mundo a sí mismo y lo mejor es que no será de nadie, será de todos.