Desde la escuela sinodal brasileña de São Leopoldo llegaron seis estudiantes para vivir una experiencia de intercambio escolar y también de vida en la Fundación Josefina Valli de Risso. Durante doce días, compartieron espacios familiares, clases, actividades recreativas, visitas a lugares emblemáticos y otras expresiones de nuestra cultura.
EN PORTADA: Los estudiantes de Brasil posan junto a sus “hermanas de intercambio” en el Instituto Milenio Villa Allende.
- Por Amira López Giménez.
- PRENSA INSTITUCIONAL
Desde las tierras de Brasil, tierras de samba, capoeira, carnaval y playas bañadas de vitalidad, llegaron seis estudiantes a Sierras Chicas. Un cambio rotundo para estos jóvenes que arribaron a suelo cordobés con el objetivo de vivir una experiencia de intercambio escolar en el Instituto Milenio Villa Allende (IMVA) y el Instituto Educativo Nuevo Milenio de Unquillo (IENM).
Acompañados por la docente Angelita Da Pilva y destinados a hospedarse en los hogares de familias que forman parte de la comunidad educativa de la Fundación Josefina Valli de Risso, los estudiantes de Brasil optaron por vivir una experiencia escolar en la región, pero también una experiencia de vida. Un detalle no menor es que los estudiantes provienen de la escuela sinodal São Leopoldo, de Río Grande do Sul, donde se enseña español dos veces a la semana.
El traslado no fue fácil, los malestares del clima demoraron algunos momentos del viaje, pero finalmente, el 13 de junio, aterrizaron en el aeropuerto sin mayores inconvenientes. Ahí, los nervios se hicieron presentes: había llegado el momento de ir a un nuevo hogar, conocer nuevas caras, ser un nuevo hermano/a, hijo/a y amigo/a.
Sin embargo, la cálida bienvenida de los estudiantes del IMVA y el IENM rápidamente disipó todas las inquietudes. Posaron para las fotos, desplegaron banderas y organizaron los últimos detalles para que cada uno se hospede en un hogar de familia, previamente evaluado y aprobado.
Así dieron por iniciada la experiencia que se extendería por los siguientes doce días y los llevaría a conocer algunas de las mejores expresiones de la cultura argentina.
“El intercambio estudiantil te da la libertad de vivir un otro yo, de transformarte. Traspasar límites geográficos también implica trasponer los propios límites”.Angelita Da Pilva, docente brasileña.
Desde la mirada docente
El proyecto comienza cuando las escuelas de los distintos países se ponen en contacto y definen, paso a paso, cómo hacer un intercambio que habilite la integración y el conocimiento de nuevas rutinas familiares, escolares y sociales. Para los estudiantes, lanzarse a lo desconocido y aprender a comunicarse es emocionante.
“Las parejas de hermanos se eligen a partir de los perfiles de todos, tanto argentinos como brasileños, teniendo en cuenta gustos y afinidades para facilitar el vínculo”, indicó Marina Zohil, profesora de portugués del IENM que estuvo a cargo del proyecto. “La riqueza de este intercambio es la convivencia con las familias. Poder acompañar la rutina de su hermano/a y adaptarse a nuevos horarios, distintas comidas, otra escuela”, señaló.
Por su parte, Angelita Da Pilva, docente que acompañó a los jóvenes brasileros, sostuvo: “Hay todo un interés en conocer el idioma y manejarlo. Es lo que ellos aprenden en su colegio, donde tienen dos horas semanales de español en el ciclo de especialidad. Lo primero es que desarrollen el idioma, pero en un proyecto de intercambio como éste, donde van a casas de familias, se integran y forman parte de ella, el intercambio va mucho más allá de aprender una lengua”.
“Traspasar límites geográficos también implica trasponer los propios límites, las fronteras que uno tiene por timidez, por prejuicio, por temor a ir a otro lugar, a no saber cómo portarse, cómo varían los valores y las familias”, señaló Da Pilva y agregó: “Compartir va más allá del idioma. Superar estas fronteras nos aproximan, las hacen un poco más nuestras y no tanto las del otro”.
También las emociones juegan un rol importante en el viaje. “Es llamativo cómo se potencian ciertas cosas. Hay chicos del intercambio que originariamente en Brasil son más callados y acá viven otra cosa: hablan más, socializan, se ríen. A otros se los ve bien en Brasil y en otro país todo cambia, quizás por lo que implica mirar su vida desde lejos. Muchos vienen a esta experiencia y se transforman, se liberan”, concluyó Da Pilva.
“El intercambio es una manera óptima de tener acceso a otra visión de mundo y repensar nuestro propio lugar en él. No es sólo la posibilidad de aprender/practicar un idioma”.Marina Zohil, docente del Instituto Educativo Nuevo Milenio de Unquillo.
Alojar, integrar y conocer

“Llegaron el jueves al aeropuerto de Córdoba y cada uno fue con su respectivo ‘hermano de intercambio’, como se les dice. Seis de nosotras alojamos y otras seis participan también, aunque sin compañero. Después, los argentinos que viajan para allá son recibidos por otros estudiantes del mismo colegio en Brasil”, explicaron las alumnas del IENM, Agostina Budrovich y Valentina Solís.
Ellas, junto a otras diez compañeras, formaron parte de este proyecto de intercambios, viviendo desde la emoción por incluir a los extranjeros en sus vidas, hasta las expectativas por su propio viaje. “En septiembre vamos para allá. Un mes antes vamos a tener una preparación más fuerte con clases de portugués”, indicaron.
Por su parte, los alumnos de Brasil venían practicando español en su colegio hace más de un año. “Su sistema educativo es distinto, nuestro cuarto año es como un quinto de ellos. Viviendo con los chicos aprendemos mucho más porque podemos preguntarles palabras específicas. Vamos bien, a pesar de que es nuestro primer año en idioma”, dijo Carlina Scocco, alumna del IMVA.
Finalmente, las jóvenes compartieron algunos tips a tener en cuenta: “Adaptarse, porque a pesar de que es un país vecino, tienen sus particularidades y hay que estar atentos a ellos, a sus espacios y sus costumbres”. “Hay que ser uno mismo, que tu vida se relacione con ellos, no cambiar tus tiempos. Ellos vienen justamente a compartir cosas cotidianas, conocer lugares, comidas y nuevas relaciones”, concluyó Francesca Lagrotteria, otra estudiante del IMVA.