Diario de viaje: La bell’Italia

Alumnos del Instituto Milenio Villa Allende y del Instituto Educativo Nuevo Milenio de Unquillo emprendieron un viaje a la bell’Italia y en esta bitácora de la inolvidable travesía, Pablo Matías Ravera, docente de italiano, narra la experiencia vivida y compartida junto los estudiantes de la Fundación Josefina Valli de Risso. 


Por Pablo Matías Ravera | Docente de italiano16_23101837_140551799905164_6694178633621176320_n


…Y en un abrir y cerrar de ojos, los meses pasaron y llegó el esperado jueves 19 de octubre, ese día tan anhelado por los alumnos de 5to que iban a cumplir su sueño de conocer la bell’Italia. Cuando en mayo me preguntaron si quería acompañar a los alumnos que realizarían este viaje, sin duda mi respuesta fue afirmativa, si bien implicaba viajar con un grupo de estudiantes que no conocía, con toda la responsabilidad que conlleva estar a cargo de un grupo de alumnos lejos de nuestro país. Sin embargo, cuando conocí a los chicos en el acelerado de italiano que dicté, dos meses antes de esta grandiosa experiencia, supe que íbamos a llevarnos muy bien y que no tendríamos problemas de convivencia de ningún tipo, porque más allá del mérito académico por el cual fueron elegidos, sin duda lo que me alegró y me dio tranquilidad fue la calidad de persona del grupo…

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Ese jueves nuestras valijas estaban cargadas no solo de ropa de invierno y accesorios personales, sino que también estaban cargadas de miedos y a la vez llenas de ilusiones sobre cómo serían los hermanos que los iban a hospedar, cómo se iban a sentir con las familias, el manejo del idioma, en fin acerca de lo que les depararía esta larga excursión por Italia. Y las valijas no solo volvieron sobrecargadas de chocolates, quesos de todo tipo, imanes y llaveros, y regalitos para nuestros seres queridos, sino también de grandes recuerdos y vivencias que cada uno atesorará en su corazón.

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Luego de varias horas de viaje, llegamos a Milán el viernes a las 17hs y cada familia los esperaba en el aeropuerto para llevarlos a su nuevo hogar.

Nuestro tiempo en Milán se basó en conocer la ciudad, visitar las iglesias y monumentos más importantes, insertarnos en la cultura italiana como si fuéramos un ciudadano italiano más, cursar en la escuela y por supuesto disfrutar de la comida italiana (¡sin duda los chicos van a extrañar lo bien que comieron en Italia!).

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El sábado 21 fuimos por primera vez a la escuela Alessandro Manzoni y nos esperaron con un delicioso desayuno de bienvenida, luego fuimos a visitar el Duomo, que es una de las catedrales más bellas que existen. Luego recorrimos la Galleria Vittorio Emanuele II y conocimos el Castello Sforzesco.

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El lunes 23 fuimos a la Exposición de Leonardo Da Vinci, la guía italiana nos contaba sobre sus creaciones y sus obras, entre ellas L’ultima cena, La Gioconda y La dama con l’ermellino, además de las armas e instrumentos que diseñó y que conocemos a través del Codice Atlantico que dejó, que es la colección de todos sus dibujos y escrituras. Despúes fuimos al Palazzo Marino, que es la sede civil de la administración municipal milanesa desde el 9 de septiembre de 1861.

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El martes 24 visitamos la Pinacoteca de Brera, que contiene las más importantes obras de arte italianas, recorrimos el jardín botánico de la Academia y paseamos por el mercado de Brera, que tenía un aire a nuestra amada Feria de las Pulgas en Córdoba. Al día siguiente visitamos Pavía, otra ciudad que se encuentre en la Lombardía. Fuimos a la Certosa, un monasterio italiano, que es conocida por su exuberante arquitectura, tanto en estilo gótico como renacentista, y por su colección de obras de arte que son particularmente representativas de la región. Vimos el lago y conocimos la Universidad de la ciudad. El jueves 25 fuimos al Museo del Novecento que reúne una muestra que contiene cerca de 400 obras, la mayoría de ellos italianas, del siglo XX. Hay una sección importante que se dedica a la futuristas italianos, los cuales fueron de gran interés para los chicos. El viernes 27 nos dedicamos a conocer más la ciudad, en particular los gratacielos de Milán.

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El día siguiente visitamos el Museo alla Scala que posee una extraordinaria colección de pinturas, bocetos, estatuas y otros documentos relacionados con la ópera. Desde un palco pudimos ver el Teatro alla Scala, que es uno de los teatros de ópera más famosos del mundo y la Basílica de San Sátiro.

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Uno de los días preferidos para el grupo fue sin duda el lunes 30, ya que pasamos todo el día en Venecia junto al grupo de alumnos italianos que vendrán a Argentina el próximo año. Esa jornada sirvió mucho para afianzar los vínculos entre los estudiantes italianos y argentinos. Los paisajes de esta ciudad son realmente hermosos, estuvimos caminando por las típicas angostas venecianas, cruzando esos mágicos puentes que posee, algunos anduvieron en las conocidas góndolas, y conocimos la Plaza San Marco y su Catedral, también recorrimos uno de los barrios más populares de la ciudad, el Gueto Judío y para regresar por el Canal Grande tomamos el vaporetto.

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Nuestra última excursión en Milán fue el martes 31, que fuimos a ver los Navigli, visitamos la Catedral de San Lorenzo, la Catedral de Sant’Ambrogio y luego entramos a la Universidad Católica.

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Al día siguiente emprendimos el viaje a la ciudad del arte, Florencia, esta vez sin la compañía de los alumnos y profesores de la Institución. Nuestro objetivo principal en esa ciudad fue visitar la Galleria dell’Accademia, en donde está el famoso Davide de Michelangelo y también la Galleria degli Uffizi, el cual contiene una de las más antiguas y famosas colecciones de arte del mundo. Sin embargo recorrimos la ciudad y conocimos el Duomo de Florencia, el Ponte Vecchio, el Jardín de Bóboli que pertenecía a la familia Medici, visitamos la Iglesia de San Marco y la Iglesia de Santo Spirito, y paseamos por el Mercado San Lorenzo, que son puesto que en su gran mayoría venden productos hechos en cuero, y cerramos el día comiendo juntos la vera pasta italiana en un restaurante.

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La última semana la pasamos en Courmayeur, una ciudad italiana que se encuentra en la región del Valle d’Aosta, y nos hospedamos en una parroquia católica. Tuvimos una linda sorpresa cuando llegamos… ¡Nevó! Disfrutamos del hermoso paisaje montañoso con la nieve como protagonista. La convivencia en esos días fue muy linda, ya que pasamos más tiempo juntos y todos colaborábamos en los quehaceres relacionados con la cocina, limpieza y orden de las cosas. Visitamos la baita de la familia Risso, que dicho sea de paso, nos atendieron con mucho cariño. Entre tantas cosas ricas que comimos esos días, probamos la polenta concia, un plato tradicional de la zona, la lasagne, el risotto, la pizza y el tiramisú. Una de las tardes que pasamos ahí paseamos por el centro y fuimos a una pista de patinaje sobre hielo, del cual disfrutaron muchos los chicos.

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El lunes fuimos a Turín y visitamos el Museo Egizio, que es uno de los museos más antiguos y el segundo en importancia por su colección de antigüedades egipcias después del Museo Egipcio de El Cairo; y el Museo del Cinema, es un museo dedicado a la historia del cine italiano e internacional. Allí nos subimos en el ascensor vidriado de la Mole Antonelliana y hemos disfrutado del panorama que ofrece la ciudad turinense.

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El martes visitamos Annecy, una pequeña ciudad pintoresca que se encuentra en Francia y es conocida como la “piccola Venezia”, y luego Ginebra, en Suiza. En Annecy paseamos por la ciudad, admirando el lago caminando por el centro… Nos detuvimos en una panadería para comprar el típico pan francés llamado baguette. Compramos trece tiras de baguettes y nos hicimos un rico sándwich para cada uno. En Ginebra también recorrimos la ciudad, disfrutamos del lago, conocimos por fuera la sede de la ONU y aprovechamos para comprar muchos chocolates, ya que esa ciudad se destaca por los buenos chocolates que fabrican.

Sin duda tuvimos una hermosa experiencia de aprendizaje, confrontando nuestra cultura con la cultura italiana, conociendo el modo de pensar y actuar de nuestros hermanos italianos. Nuestros alumnos han aprendido a ser más autónomos, manejarse más por ellos mismos, y aprendieron a convivir con otros, que implica dar y ceder, ser pacientes y atentos. Y los lazos que forjaron con sus hermanos italianos lo van a atesorar y mucho. Recuerdo que nuestro último día en Milán, organizamos junto al profesor que vendrá con el grupo italiano el año próximo, un breve encuentro para que nuestros chicos y los chicos que los hospedaron pudiesen compartir cómo vivieron esta experiencia, y fue un momento muy emotivo, entre risas, lágrimas y sobretodo agradecimiento por lo vivido y compartido. ¡Estoy contento de haber formado parte de este lindo momento para mis queridos alumnos!

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